Entre que vemos noticias de cómo se verá afectado el crecimiento económico del país ante la pandemia y que nuestro presidente ha propuesto un índice alternativo al Producto Interno Bruto (PIB), el PIB se ha vuelto un tema del que escuchamos hablar con frecuencia, y de hecho, para nosotros, los economistas, es uno de los indicadores que más utilizamos.
¿Tú sabes qué es el PIB? El Producto Interno Bruto o PIB por sus siglas, es básicamente la suma de todos los ingresos que los habitantes de un país obtuvieron durante un periodo determinado. En México, lo calcula el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y, por lo general, lo mide en periodos anuales.
Sabemos que en una economía hay crecimiento económico o recesión económica cuando el valor actual del PIB aumenta o disminuye respectivamente, en comparación con el último valor calculado. Entonces, cada que escuchamos que el país crecerá, no se refiere a que nos apropiaremos de nuevos territorios ni que habrá un incremento de población, si no que regularmente estamos hablando del PIB.
Ahora, vamos a explicarte el por qué de su nombre. La palabra “Interno” indica que sólo se toma en cuenta la producción de todas las empresas que están dentro del país, sin importar la nacionalidad de ellas. El término “Bruto” hace referencia a que no se toma en cuenta la devaluación anual de los productos, por ejemplo, si compras un carro se toma en cuenta el valor del carro nuevo, y no el valor del carro que va decayendo conforme lo usamos.
En México, el PIB muestra en moneda (en miles de millones de dólares) el valor de toda la producción de bienes y servicios terminados. Es importante mencionar que sólo se toman en cuenta los productos terminados para evitar la doble contabilización. Siguiendo con el ejemplo del auto, no se toma en cuenta la producción de las llantas y las puertas, sino el valor del auto terminado.
A pesar de ser un gran indicador para medir el crecimiento, el PIB tiene algunas deficiencias, te contamos. Primero, no toma en cuenta las transacciones de la economía “informal”, que son todas aquellas en las que los productos o servicios son legales pero, los productores o distribuidores no están registrados formalmente, como cuando le compras a un vendedor de elotes en la calle o le pagas al personal que te ayuda en la limpieza de tu casa. Esta es una de las críticas más fuertes, ya que al no tomar en cuenta las actividades informales, sector desempeñado aproximadamente en un 60% por mujeres, no conocemos el verdadero impacto del trabajo de la mujer como contribuyente al crecimiento de la economía del país.
También es criticado porque no toma en cuenta los daños colaterales de la producción, es decir, para el cálculo del PIB es irrelevante si la producción de ciertos bienes contamina, aún y cuando se pierda la biodiversidad y se ponga en riesgo o dañe la salud de la sociedad.
Otra crítica es que no es un reflejo de la calidad de vida de los habitantes del país, pues solo mide la riqueza. Este último es uno de los argumentos de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, quien propone la creación de un índice alternativo.
Sin embargo, estas críticas no significan que el PIB no funcione o que está mal diseñado, si no que lo hemos utilizado como único indicador de la economía, tomándolo también como medidor del bienestar, cuando para lo único que ha demostrado ser efectivo es para la medición de la riqueza, que no siempre está ligada con el bienestar. La solución no es dejar de calcular el PIB y/o sustituirlo por otras medidas, lo más conveniente es complementarlo con otros indicadores como el Índice de Desarrollo Humano que mide el bienestar, o aquellos que miden los niveles de desigualdad como el Índice de Gini.
Fuente:
Caixa Bank. (2014). ¿Refleja el PIB el bienestar de los países?. Recuperado el 24 de mayo de 2020 de La Caixa Research:
https://www.caixabankresearch.com/documents/10180/826040/38-39%2BDossiers%2B4%2BCAT.pdf
Dorling Kindersley (2016) El Libro de la Economía. Londres, Inglaterra. Editorial: DK Publishing.